Information Literacy: One Key to Education. VII

Effective librarian and discipline faculty collaboration models for integrating information literacy into the fabric of an academic institution (p 71-88)
Stephanie Sterling Brasley
DOI: 10.1002/tl.318

Full Text: PDF (Size: 127K)

Este es uno de los artículos de mayor interés para el tema de la integración de la ALFIN en los programas curriculares, ofreciendo por un lado el marco de la colaboración en ALFIN y por otro ofreciendo significativos ejemplos de colaboración a diversos niveles entre bibliotecarios y docentes.

El papel de los bibliotecarios como formadores en competencias informacionales, como búsqueda de la información y pensamiento crítico así como habilidades tecnológicas en este mundo cada vez más dependiente de la tecnología, es incuestionable, y más aún fundamentan un papel docente en la universidad. Cada vez más las innovaciones tecnológicas como las redes sociales y la docencia virtual en plataformas de elearning o en mundos virtuales como SecondLife, obligan a docentes y bibliotecarios a aplicar estas tecnologías en la docencia y el aprendizaje.

Por otro lado algunas agencias de acreditación en los EEUU, reconocen la presencia de estas habilidades informacionales entre los requerimientos de la formación en la enseñanza superior. En los últimos años se ha venido demostrando la falta de estas habilidades en los alumnos universitarios.

De forma evidente, los rápidos avances tecnológicos, los cambios en el modelo de biblioteca universitaria, la aceleración en el papel docente del bibliotecario, la necesidad de incorporar las competencias informacionales para el reconocimiento de las agencias de acreditación, y la presión de la comunidad económica de que los trabajadores posean estas habilidades, dan como resultado la necesidad de abordar la ALFIN en la enseñanza superior.

Prerrequisitos para la colaboración: entre las recomendaciones que aporta para una correcta definición del marco de la colaboración, encontramos:

  1. Definir claramente quien va a tener la última responsabilidad y el poder de la toma de decisiones
  2. Los grupos de trabajo no deben ser más de 4 o 5 individuos.
  3. Comportamientos necesarios: que cada miembro del equipo sea competente en la tarea que se le asigne, comprender bien los objetivos y compartirlos; respeto mutuo, tolerancia y confianza; comunicación fluida pero no continuamente.
  4. Los bibliotecarios deben tener claro que el currículum es competencia de los docentes y deben evitar desarrollar un programa centrado en la biblioteca y deben tener un discurso sobre ALFIN que sea relevante y útil a las asignaturas de los docentes e incidan en los objetivos de la institución. Los objetivos que presenten los bibliotecarios no deben ser “sus” objetivos sino el resultado del trabajo en colaboración con los docentes. Aunque la ALFIn surge en el seno de la biblioteconomía, no debe ser presentada como una competencia bibliotecaria. El bibliotecario debe presentarlo de forma inclusiva con el docente para desarrollar una guía que integre la ALFIN dentro del currículum.

El marco de la colaboración: El primer paso antes de iniciar el proceso es detectar quienes son los más adictos en la institución al proyecto de integración. Identificar a estos “fans” ayudará a introducir el programa de forma vertical y horizontal en la institución. Tanto bibliotecarios como docentes tiene sus propios ámbitos de influencia, pero todos deben tener muy claro el mensaje. Los bibliotecarios llevarán su agenda a la mesa de negociación y los docentes harán proselitismo en sus departamentos y cursos. Lo más importante es que todos coincidan en los objetivos, en la medida del éxito, y que no sean objetivos cruzados:

  1. Visión compartida, este es el primero de los requisitos. La ACRL aporta una serie de características de los programas ALFIN: misión, fines y objetivos, planificación, soporte institucional y administrativo, articulación con el curriculum, colaboración, pedagogía, personal, resultados y evaluación. Todos estos puntos deben ser definidos y consensuados antes de su puesta en marcha.
  2. Resultados del aprendizaje: es fundamental estar de acuerdo en cuales van a ser los resultados de aprendizaje y para el currículo del alumno, de la adquisición de la ALFIN.
    1. Según las 5 normas de la ACRL: el estudiante determina la naturaleza y ámbito de su necesidad de información, accede a la información que necesita de forma eficiente y efectiva, evalúa la información y sus fuentes de forma crítica e incorpora la información seleccionada en su base de conocimientos y sistema de valores, individualmente o como miembro del grupo, usa la información eficazmente para conseguir un objetivo, comprende muchos de los temas económicos, sociales y legales que rodean al uso de la información y la usa de forma ética y legal.
    2. Añade también dos normas de la ANZILL (Australia y Nueva Zelanda), gestiona la información recogida o generada y aplica esta información para crear (construir) nuevos conceptos.
  3. Planificación del currículum: La forma de insertar la ALFIN en le curriculum varia según las instituciones y dependerá de la cultura de la institución, tamaño, personal, ubicación geográfica, tipos de alumnos, modelo de organización y poder docente y atención al curriculum. Aunque la ALFIN curricular entra dentro del ámbito de trabajo de los docentes, los bibliotecarios también tiene mucho de decir y hacer. Aunque son raras las veces que el bibliotecario puede participar en los planes de estudio, una vez que la situación es propicia porque haya algún movimiento de cambio de planes de estudio, el bibliotecario debe defender la integración de la ALFIN. Aunque el bibliotecario no tenga estatus de docente puede trabajar con estos a nivel de departamento para promover la integración de la ALFIN en los resultados de aprendizaje de las asignaturas.
  4. Definir el mapeo curricular: En la Universidad de Illinois, el mapeo consiste en estudiar el programa de estudios y los cursos del programa para comprender su estructura, qué aprenden los alumnos, qué asignaturas comunes tienen, para ver donde sería mejor la integración del ALFIN. Para Bullard y Hoden, el mapeo curricular es el análisis sistemático del contenido de los cursos en un curriculum y una herramienta de colaboración para introducir oportunidades de colaboración con los docentes con cierta cantidad de compromiso en la visión de la asignatura. Tras la experiencia en un curso, se amplía el mapeo a todo el departamento. Lo importante es que tanto docentes como bibliotecarios compartan la misma visión y objetivos.
  5. Procesar el mapeo curricular: los bibliotecarios deben hacer lo siguiente antes del encuentro con el docente: revisar los requerimientos del curso concreto, consiguiendo su programa; analizar ese programa para descubrir los conceptos de ALFIN que pueda tener o sus debilidades, y crear un borrador de mapeo curricular con las áreas donde existe ALFIN para una posible colaboración. Hay que usar un lenguaje académico y evitar la jerga bibliotecaria. Ejemplos de mapeo curricular de éxito es el llevado a cabo en Ontario, Canadá, en la Biblioteca de la Universidad de Windson, entre bibliotecarios y profesores del Dpto de Historia. En primer lugar dieron una visión general de las normas a seguir. A continuación definieron los objetivos de aprendizaje de ALFIN que los alumnos iban a conseguir a lo largo de los diferentes cursos. Por ejemplo en el primer año los alumnos serian conscientes de los diferentes tipos de recursos que hay en la biblioteca. Además desarrollaron indicadores específicos para la historia: conjunto de recursos específicos y útiles para la investigación histórica. Para cada norma e indicador se fueron definiendo niveles, actividades y evaluaciones. En el caso de Wartburg college, se desarrollo un plan espacial para Educación con cinco cursos que todos los estudiantes deberían realizar.
  1. Evaluación, que no debe falta en ningún programa ALFIN, que mida el éxito de los objetivos planteados.

Modelos de colaboración efectivos. Mejores prácticas.

La bibliografía actual nos muestra diferentes modelos e colaboración que van desde esporádicos episodios hasta programáticos. La autora muestra a continuación nueve modelos de colaboración exitosos que clasifica en los siguientes apartados:

  1. Modelo introductorio, en este caso el objetivo son los alumnos de nuevo ingreso y la adquisición de competencias informacionales genéricas o básicas. La forma de suministrar esta formación es en muchos casos a través de la colaboración en asignaturas de primer año y el bibliotecario se limita a formar en las habilidades básicas para moverse por la información que les ofrece la biblioteca. Según el tipo de colaboración establecida, puede tener carácter formal o informal. Aunque parezca que cumple con los objetivos de la ALFIN, no es este el modelo que se busca.

En este capítulo se presentan varios ejemplos, entre ellos el caso de UCLA’s College Library, dirigido a alumnos de nuevo ingreso.

  1. Modelo de resultados de aprendizaje. Este es el modelo al que nos dirigimos, en el que profesores y bibliotecarios trabajan juntos para obtener unos resultados de aprendizaje en ALFIN departamentales. Ejemplos de este modelo lo vemos en la Universidad del estado de California, En este caso la iniciativa surgió de los propios docentes y su interés por mejorar los resultados del aprendizaje de los alumnos. Formaron grupos de trabajo con los bibliotecarios para identificar los objetivos de aprendizaje. Otro ejemplo es el de Ball State Nursing Programa, donde se trabajó en colaboración con los bibliotecarios en la formación de los alumnos en competencias a través de módulos integrados en sus plataformas docentes virtuales.

La colaboración entre bibliotecarios y docentes se planteó ante la necesidad de mejorar la formación en competencias que los alumnos adquirían con la formación ofertada por la biblioteca, que no superaba la hora de clase y que no aseguraba la completa adquisición de estas habilidades. Pare ello crearon un módulo en la web de evaluación de recursos en un curso online. El segundo paso de la colaboración fue integrar esta formación en los cursos concretos. Los problemas vinieron de la poca vista que tuvieron al no obtener la colaboración de todos los profesores de enfermería y la intensa labor de actualización de los módulos tutoriales. Pero la colaboración entre docentes y bibliotecarios fue su mayor logro.

En la Universidad del oeste de Georgia, bibliotecarios y docentes crearon un módulo de ALFIN para integrar en el currículo de ciencias políticas. El producto eran tres cursos de un semestre de duración, de nivel introductorio, intermedio y avanzado.

En la Universidad del Estado de California, el Instituto para la comunicación humana, integraron la ALFIN en su articulado e interdisciplinar currículo, basado en resultados para coincidir con el entorno centrado en resultados de aprendizaje de la institución. Como se ha visto en todos los casos que se referencian en este artículo, bibliotecarios y docentes comienzan poniéndose de acuerdo en los objetivos a conseguir tras estudiar detenidamente las normas de la ALFIN. Realizan un detenido estudio de los objetivos que quieren alcanzar tanto en tecnología como en información, que son contextualizados para cada disciplina. Después se definen los cursos, las actividades y resultados de aprendizaje y su evaluación. El Instituto ya ha revisado los programas de los cursos que incluyen habilidades críticas de comunicación, de investigación, de comunicación relacional, análisis filosófico, análisis crítico cultural, análisis de literatura comparada, análisis histórico e interacción social y escritura creativa.

Otro ejemplo significativo es la colaboración del Dpto de Sociología en la UCLA, con bibliotecarios de los distintos campus, para la integración de la ALFIN en los cursos introductorios de Sociología, en el segundo nivel y en el nivel avanzado.

3. El modelo de curso ALFIN, sería otro de los modelos de integración de ALFIN en los curriculos, mediante la creación de cursos específicos de ALFIN de uno a cuatro créditos, de carácter general o enfocados a una materia específica y la colaboración procede de la aceptación de este tipo de curso por los administradores y profesores del centro, como es el caso de la Universidad de Alberta.

4. El modelo dirigido al docente, consiste en la formación en ALFIN de los docentes, y se ofrece el caso de la Universidad del Estado de California, en los estudios chicano y latino, donde desarrollaron un completo conjunto de ALFIN y experiencias basadas en el aprendizaje por disciplinas, para los demás docentes.

  1. Por último, el modelo bajo demanda, es el modelo que prevalece en la mayoría de las bibliotecas, y consiste como ya todos sabemos en la presentación de algún tipo de sesión por los bibliotecarios en el transcurso de una asignatura con el objeto de enseñar a los estudiantes algunas de las competencias de la ALFIN. Este tipo de colaboración con el docente es fomentada tanto por los bibliotecarios como por los docentes, y cuando se lleva realizando durante varios años, favorecen la mejora continua de la sesión. Este tipo de sesiones no logra por si solas los objetivos de la formación en competencias, ni por los contenidos, ni por su continuidad a lo largo del curriculo, ni por el número de alumnos a formar, pero son útiles si se ofrecen para reforzar las competencias en una formación más integrada en el currículo, como son los casos que acabamos de ver.

El informe Horizon del 2007 destacaba la necesidad de la formación en competencias informacionales ya que es algo que no se ha conseguido aún en el seno de la educación superior. Precisamente la facilidad que da la tecnología para la creación de contenidos por el usuario, el trabajo colaborativo y el acceso inmediato a la información, exigen personas alfabetizadas informacionalmente.

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